Hoy se cumple el aniversario de la masacre de ciudadanos israelíes a manos del grupo armado Hamás.
Desde aquel episodio, ha prevalecido un sentimiento de venganza por parte del gobierno israelí, que ha conducido -y sigue conduciendo- a una matanza indiscriminada de la población palestina, lo que equivale a un genocidio de facto.
El horror de esta masacre está a la vista de todos, y en varios países del mundo occidental han surgido movimientos pro-Gaza y anti-Israel, mientras que los gobiernos siguen mostrándose reticentes a formalizar un alto decisivo a Israel, posiblemente incluso armado.
Sin duda, esta masacre tiene sus raíces en el concepto de sionismo de finales del siglo pasado y la posterior instalación del pueblo judío en la tierra de Israel, poblada principalmente por palestinos. No hay que olvidar que los judíos son de religión judía, mientras que los palestinos son de religión musulmana, y que desde que existe el Corán -y por tanto el Islam- ha habido una muy mala relación entre ambos credos.
Por cierto, en la Biblia, el pueblo de Israel libró duras batallas contra los filisteos, que eran los palestinos de la época. Tras la Shoah de Hitler, el mundo consideró que había llegado el momento de que los judíos encontraran su "Tierra Prometida", por lo que en 1948 se declaró el Estado de Israel, obligando a parte de la población palestina a trasladarse a otro lugar. Incluso antes de la Segunda Guerra Mundial, y más aún después de 1948, las enemistades entre ambos pueblos se intensificaron, haciendo prevalecer el concepto de "dos pueblos, dos Estados".
Israel también tuvo que enfrentarse a los países musulmanes de la región y construir un sólido sistema de defensa, que con el tiempo también se convirtió en un sistema de agresión, lo que dio lugar a una sucesión de luchas y opresión.
El genocidio actual parece una repetición del genocidio de Jericó, llevado a cabo por el pueblo judío con el consentimiento divino para ocupar su "Tierra Prometida". Aparte de la prostituta Raquele y su familia, en Jericó se masacró a todo el mundo: hombres, mujeres, ancianos, niños e incluso animales, con el consentimiento de Dios Yahvé a través del Arca de la Alianza.
Mi opinión es que el primero que hay que dejar de lado es este famoso dios único, que recibe los nombres de Yahvé, Dios y Alá - yo lo llamo el dios de Abraham. Este Dios, a pesar del mensaje de amor proclamado por Jesús, se presenta como un dios de la guerra, un poco como el antiguo Marte, porque las guerras entre los creyentes de las tres religiones han durado siglos. Que no se me diga que sólo el libre albedrío es la causa principal.
Así que no apuntes con el dedo a las personas -en este caso a los israelíes- sino a ese dios que, por cierto, no existe. Y pido disculpas por esto a los creyentes... pero espero que algún día puedan aceptarlo.
La divinidad es algo totalmente distinto: el único terreno común aceptable es la creación divina, pero desde luego no el comportamiento humano asociado a este dios, con su poder de juicio, mandamientos, filiación, misericordia, benevolencia, perdón y demás.
La expresión de la divinidad reside en el profundo misterio de la realidad que la humanidad lleva intentando comprender y resolver desde el principio de los tiempos. Entre otras cosas, estas religiones modernas del dios de Abraham, aunque son capaces de describir cualidades y comportamientos divinos muy próximos a los humanos, no consiguen desvelar su naturaleza profunda, que sigue siendo un misterio.
¿Podríamos algún día aceptar la fusión de objeto (Creación) y sujeto (Creador)? ¿Aceptar que no existe una única verdad, sino que puede haber varias? ¿Aceptar que la perfección universal es fruto del azar, y que sólo alcanza el límite de la perfección?
¿Podríamos algún día aceptar que nuestra conciencia es una gota de agua en el océano de la inmaterialidad, y que debemos resignarnos a la existencia del misterio universal?
Un comentario
Me gustaría añadir un comentario sobre la importancia de la religión y la divinidad en la guerra de Israel...